En los juicios de Nuremberg muchos de los oficiales alemanes se auto-exculparon denotando que sólo recibían órdenes. No eran hombres libres, simples marionetas que cayeron en las manos más inoportunas.
Entre los expertos y jueces se valoró hasta qué punto puede llegar la libertad de un soldado anclado en un ambiente grupal y jerarquizado bajo las órdenes de un “superior”.
Durante los últimos años me he dado cuenta que no es el soldado el que necesita un superior, no necesita alguien que le de una pauta de actuación diaria, no es necesaria su instrucción semanal. Realmente es el superior quien necesita al grupo que dirige, porque un grupo sin líder seguirá siendo un grupo; pero sin haber alguien a quién dirigir no hay líder, y éste nunca volverá a sentirse igual sin tener un grupo así.
Podemos concluir que estos soldados alemanes posiblemente llegaron a tener miedo a la libertad. Todos tenemos miedo a la libertad, está en nuestra sangre y en nuestro origen temer el cambio. En la Biblia se representa el origen de la vida humana como un acto de elección, la expulsión del hombre del Paraíso fue la grave consecuencia de una opción tomada, con el consiguiente sufrimiento originado.
Pero quien de verdad ha sufrido más? Quizás la desestabilización del Paraíso al perder una de sus especies, acaso la más importante, lo hizo desaparecer como tal y éste nunca volverá a sentirse igual sin tener una especie así…
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