Tengo miedo. No soy cobarde por reconocerlo. Tener miedo es humano, aprecias lo que tienes y no quieres perderlo, a veces nos conformamos con algo sin arriesgarnos a ambicionar más por miedo a perder lo que ya tenemos.
Una actitud humana además de tener miedo es la que imitamos del lobo. La manada nos envalentona, desdibujamos ese miedo pintado a brocha gorda al estar en grupo. Perder el miedo estando solo debe ser nuestro objetivo como ser humano y a la vez la mayor de las tonterías que haríamos porque no necesitaríamos el cobijo en otro semejante.
Es mejor aún no sentirse solo, envalentonarnos rodeados de lobos sonriendo que nos guían en la oscuridad, miran en el armario y nos arropan iluminando con el brillo de sus ojos toda la habitación.
Escribo de mi puño y letra, en borrador, estas líneas porque quizás sean las últimas que pueda escribir en un largo tiempo. Ser el último no supone una connotación negativa, puede que sea el más bonito de los recuerdos. La última persona en la que piensas antes de irte a dormir mientras la sonríes en la distancia, sabiendo que gracias a que está ahí, cuando te levantes no tendrás miedo.
El brillo de los ojos, el calor de la manada, siempre nos ayudará a conseguir nuestras ambiciones, tener miedo es humano, no luchar contra él; no lo es.